En el artículo de hoy vamos a ver todo sobre el cultivo de la manzanilla, también conocida como camomila. Es una planta aromática originaria de Europa y Asia occidental que […]
En el artículo de hoy vamos a ver todo sobre el cultivo de la manzanilla, también conocida como camomila. Es una planta aromática originaria de Europa y Asia occidental que ha sido utilizada durante siglos por sus propiedades medicinales y calmantes.
Todos conocemos esta pequeña flor, además de un regalo para la vista posee un sinfín de beneficios para la salud. Si quieres saber cómo y cuándo recolectarla y saber los beneficios que esta planta nos ofrece para nuestro bienestar aquí te dejo un vídeo.
Cultivar manzanilla es muy fácil. De hecho, esta planta se adapta con facilidad a diversos climas y suelos, lo que la convierte en una opción ideal para aquellos que buscan comenzar en la jardinería o simplemente disfrutar de un pequeño huerto en casa.
La siembra de la manzanilla puede realizarse directamente en el suelo o en semilleros. Si opta por la siembra directa, asegúrese de elegir un lugar soleado con buen drenaje. La época ideal para sembrar es en primavera, cuando pasaron las heladas.
La manzanilla prefiere un lugar soleado para crecer aunque puede tolerar la sombra parcial, pero florecerá menos. El suelo o maceta deberá tener buen drenaje y si el suelo es pesado o arcilloso, puedes mejorar mezclando arena o compost.
En cuanto al riego la manzanilla es moderadamente tolerante a la sequía pero hay que regar regularmente, especialmente durante los periodos secos, pero evita encharcar el suelo. Mejor regar por la mañana para evitar enfermedades fúngicas.
No requiere una fertilización intensa y es generalmente resistente a plagas y enfermedades. Tampoco es necesario podar la manzanilla de forma regular pero se puede hacer después de la floración para estimular el crecimiento nuevo.
Las flores de manzanilla estarán listas para ser cosechadas cuando se abran por completo, mostrando su característico color amarillo dorado. Un buen indicador es que las flores desprendan un aroma intenso y dulce.
La cosecha se realiza de forma manual, seleccionando cuidadosamente las flores que se encuentran en su punto óptimo de maduración. Evite cosechar flores marchitas o dañadas. Una vez recolectadas, las flores de manzanilla deben secarse.
Existen diferentes métodos de secado, para preservar sus propiedades, como el secado al aire libre sobre una superficie ventilada y a la sombra, o el uso de un deshidratador. Es importante que las flores se sequen completamente antes de almacenarlas.
Las flores secas de manzanilla deben almacenarse en recipientes herméticos, para mí son ideales los frascos reutilizados de cristal, en un lugar fresco, seco y oscuro. De esta manera, conservarán su aroma y propiedades durante varios meses.
La manzanilla ha sido utilizada tradicionalmente por sus diversas propiedades beneficiosas para la salud. Entre sus principales beneficios encontramos propiedades digestivas, calmantes, antiinflamatorias e incluso para calmar la piel.
La forma más común de consumir manzanilla es en infusión. Para prepararla, simplemente agregue una cucharada de flores secas de manzanilla a una taza de agua caliente, deje reposar durante unos minutos y disfrute de su aroma y sabor relajantes.
También se puede hacer aceite esencial de manzanilla que se utiliza para aromaterapia, masajes y diluido en un aceite portador para aplicar sobre la piel. Pero han de tener precaución tanto mujeres embarazadas o lactantes y alérgicos.
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